viernes, 31 de octubre de 2014

LOS RECUERDOS SINIESTROS


Por Carlos Roger Priego.

Caminando por el centro de la antigua y muy Noble y Leal ciudad de México, en un templado día de 1997 acompañaba a dos escritores españoles, uno era hombre y la otra lógicamente era una mujer, sus nombres. (Maruja Torres) que era la mujer y Juan José Millas que era el hombre, digo esto porque ahora es necesario aclarar el sexo de los que aparecen en los escritos, lo cual me parece perfecto; cada quien, con la construcción de género, que le ha tocado fabricarse y además lo digo porque como lo habrán comprobado cualquier lector inteligente ,los dos escritores; el hombre y la mujer representan a esa legión de progresistas que han encontrado muy de vanguardia decirse de izquierda porque eso le da un toque muy chic a sus escritos.
 —Vamos que decirse de derechas eso no vende, macho— me decía Juan José, mientras Maruja Torres nos hablaba de todo lo que le venía a la mente, claro que con dos botellas de vino encima, bueno no sé porque siempre dicen encima cuando en verdad es adentro, pero valga la expresión, decía que con esto cualquiera habla de lo que le viene a la mente y si son españoles mejor.
Con dos litros de vino los españoles cuentan cosas de lo más variado y divertido, por ejemplo al caminar por la explanada del Zócalo la comparaban con todas las plazas que aparecen en sus relatos y las veían como los molinos de viento de Cervantes y claro no podía faltar la historia de las corretizas que les metían ,mejor dicho que les seguían, bajo la dictadura de Franco como ellos suelen decir , y es lógico porque sólo las dictaduras meten corretizas nunca en una democracia a los escritores se les corretea , aunque queda la duda de porque siempre logran escaparse de esas corretizas infringidas por la dictadura.
Por fin doblamos a la derecha y nos enfilábamos por la calle de Moneda en uno de esos venturosos días en que no estaba llena de ambulantes, de pronto y haciendo un hueco en sus chascarrilos; Juan José dijo:

— ¡Esa iglesia, esta calle me recuerdan cuando mi padre con fuerza hundía de pellizcos! — Juan fruncía el ceño y se asombraba como quien descubre la tierra hueca, yo digo Tierra hueca porque es un "gang" de derechas , porque cualquier izquierdista de medio cuño hubiera dicho :como quien descubre el paraíso del proletariado.
 —Ah vale — dijo Maruja mientras trataba fijar la mirada (y los pies) en algún punto firme.
 —Esto es un recuerdo siniestro, ¿sabéis lo que es un recuerdo siniestro, eh chavales— nos decía, mientras observaba nuestros rostros igualitos que si nos preguntaran la aplicación de balanceos algebraicos.
 —Un recuerdo siniestro —nos decía en tono doctoral— es para el psicoanálisis freudiano, aquella imagen que la asociamos con alguna vivencia infantil.
La pura verdad es que nunca he consultado si es verídica aquella cosa, pero me ha servido para en innumerables veces despertar la atención de damas ansiosas de ser psicoanalizadas, y yo se los he dicho con intenciones nada cercanas a la teoría freudiana, y como es lógico le he añadido de mi cosecha incorporando elementos Jungianos como el inconsciente colectivo y añadiendo algunas frasecillas de la inmortal obra de Antonio de Lara Tono intitulada "Francisca Alegre y Olé", en la cual por cierto me divertí mucho. Bueno, ese cóctel entre charla de escritores, citas pluscuamperfectas del psicoanálisis y frases de teatro, ha sido una bomba que no me ha hecho millonario pero si me ha dado grandes satisfacciones, momentáneas, eso sí, pero muy divertidas.
 ¿Pero a qué viene esto? Ah, sí  ya me acordé. Resulta que el otro día escribiendo en el Facebook, pegué la canción de —Cartón Piedra—interpretada por Serrat y remitió a mi memoria que cuando la escuchaba de niño, por alguna extraña razón me provocaba temores, casi como si fuese una película de terror.
 En ocasiones algún hecho tal como por ejemplo el Terremoto de Nicaragua en 1973, me causaba pánico y más cuando la asociaba a una canción de los terrícolas llamada "hipocresía"; su chillona música de teclados era la culpable de esa sensación; o como también el sonido de "las campanitas tubulares" tema de la película el exorcista, nos remitía a la mismísima presencia del Chamuco y todavía más cuando los locutores de la "Pantera" le metían voces.
 Por un tiempo escondí aquellos temores para no ser tachado de ridículo pero luego descubrí con cierto alivio que varios de mis amigos de infancia, ahora de ya 45 y medio, me platicaron abiertamente:
 A) Su temor a los payasos que se vio reforzado, años después por un churro cinematográfico.
B) Que la canción de Ma. Baker, provocaba miedo cuando se escuchaba la disque voz de la protagonista de la historia.
C) Que el viejo del costal causaba pavor y era legítimo heredero del coco.
D) Que el hospicio si existía.
 Y aquí debo hacer un alto porque serían innumerables los actos aparentemente inocuos que provocaban temor. Mas había uno en particular de raíces claramente psicoanalíticas, helo aquí:
 Resulta que Elio Zuppini y Daniel Amezquita platicaron el caso  —que había ocurrido en muchos baños de los cines—, aclaro no se trataba de violines, ni robos era algo peor; aseguraban que: un día un niño entró solo a un baño y que un joto (sic) le había hecho una amputación fálica al niño (no sic).(La narración decía: “le corto el pito”)
 La nota corrió como pólvora y por la seriedad de los relatores fue dado por cierto, claro que varios le metieron de su cosecha como Héctor Reyes quien aseguró que conocía al niño o Rafael Morones quien había visto la película "Los Cachorros" y aseguraba que el caso era real. Así  que aguas con los perros, en los baños públicos, pero nadie iba solo a un baño público,  siempre estábamos a las vivas, de que no se acercara un perro, en el parque. Y en el cine jamás se veía entrar a un niño solo al baño… no fuera a ser.

Tampoco sé si el miedo a la castración —del que habla Freud— es real pero por culpa de esa leyenda urbana se hizo un temor generacional.
 Ahora todos dicen que nunca se la creyeron.

Sin embargo el Dr. Pedro jamás entra solo a un baño, bueno únicamente…. cuando va al cine.

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