martes, 7 de mayo de 2013

De las Margaritas a los Zorros



De las Margaritas  a los Zorros
Por Carlos Roger Priego.
Nota: El relato seguramente no es del agrado de las niñas a menos que les guste el Futbol….

¡Ya le voy a la U de G!, Ya le voy a la U de G!—Decía con exclamación--  el niño Miguel Mariscal y es que nuevamente el Atlas de Guadalajara volvería a estar a punto de jugar la “liguilla del descenso” .(Triquiñuela inventada por un ex dueño del Atlante con el fin de que su equipo no se le fuera a la Segunda División.)
La famosa liguilla del descenso era buenísima pero más por el espectáculo de ver quien se iba  a la segunda división; ver a los jugador llorar, tirarse al pasto y escuchar  al locutor decir las frases de cliché.” cayeron como guerreros, lucharon hasta el último segundo; dignos perdedores  y demás frases que de poco servía para quitarle el calificativo de maletas…Ah, pero como eran dramáticos el día que bajo el “Atlante” perdiendo ante el Potosino hasta llovió en el Azteca y Ángel Fernández mencionó “hasta Tláloc llora de ver al Atlante en el inframundo”…vaya analogía.
 Y cómo olvidar al Unión de Curtidores, que siempre se salvaba de descender a costa de los equipos tapatíos…
Miguel Mariscal desde luego que le seguía al Atlas, pero lo escondía en el fondo de su corazón pues las críticas eran implacables.
De nada servía que fueran llamados los de la “Academia”. Algún locutor, seguramente queriendo hacer un “elegante  mote” les puso las Margaritas, los cual les acarrearía las más diversas bromas con respecto a aquello que llamamos virilidad y que en México es muy apreciado. Él o la (esto lo digo porque luego me acusan de transgresor de la igualdad de género) digan lo que digan a ningún niño le gusta que lo reconozcan con apelativos de florería, por tal motivo el nombre de Florencio y Floripondio no figuran entre aquellos de los cuales se pueda presumir; caso distinto al de “Margarito” que tiene más connotación pueblerina….Mas al referirse a una scuadra de futbol pues la comparación era motivo de risillas…
Tanta fue la burla por aquello de “las margaritas” del Atlas que pronto lo cambiaron por el de los “Zorros” no es necesario explicar  que agregando y quitando letras  (en especial la Q) fue ocasión de numerosas y cruelísimas  definiciones alejadas de la hombría Atlista.
Pero eso sí nunca en la Alfonso Herrera se vio mayor gallardía para defender con los puños el honor de un equipo; y es que Miguel en numerosas ocasiones se lio a puño limpio por la causa Atlista…incluso conmigo que era su mejor amigo (de la escuela como él mismo me decía) Por  fortuna, un extraordinario gancho a la mandíbula, sea dicho de paso, de churro , lo mandó a la lona, es decir al mosaico, y solamente gracias a las cuerdas , es decir a los sweaters armados a modo de ring, es que logró ponerse de pie…
Acto seguido llegaría una maestra de sexto b, gritando alarmada…¡¡¡Bestias Salvajes!!! Y tomándonos del brazo nos condujo a la dirección. He de confesar que la aparición del réferi, me salvó de la furia Atlista pues Miguel ya se había recuperado y emprendería un nuevo raund.
                                                                                      
Total nos llevaron a la dirección, la maestra Elsa había salido a quien sabe dónde y nuestro “castigo” consistió en que nos sacaron de la escuela a las 10 y media de la mañana….
La pelea prosiguió, pero juagando en el Parque España, previo sentados literalmente en la “ventana enana” de la casa contigua a  la escuela, Miguel me dijo.
—Mira, la verdad le voy al Atlas, porque el nombre me inspira ¿sabes?—no le entendí a aquello de que le “inspira”, pero ahora creo comprender que es por la grandeza a que él aspiraba o al peso que sentía sobre las espaldas por ser el único varón en medio de cuatro  hermanas…es una interpretación a posteriori, lo que sí sé es que desde ese día de la pelea fuimos mejores amigos…
A la hora de la salida y al vernos, los compañeros de quinto año nos interrogaron sobre el “castigo” que nos habían impuesto y al saber el resultado, su expresión fue de gran desagrado y consternación…
—Y a mi mamá  la mandan a llamar porque no traigo pañuelo—dijo el niño Zeferino quien por cierto nunca llevaba pañuelo y lo pedía prestado, bueno entendamos que el pañuelito, era en realidad una servilleta de papel doblada….pero el no llevarla era motivo suficiente para ser reprendido.
Lo ocurrido dejaba ver como dicen los abogados lo “desproporcionado de las penas”.
Creo que hoy Miguel ya no siente ninguna pena por irle al Atlas, equipo con el que ahora simpatizo…Aunque algo me hace sospechar que ahora le va al Querétaro…
 







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